LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO
Vender millonadas sin esforzarse es prácticamente el sueño de cualquier compañía de videojuegos. Muy pocas consiguen algo así, pero Activision está entre las afortunadas elegidas que pueden permitirse el lujo gracias a su saga de videojuegos Call of Duty.
Aunque eso sí, no es la única, Electronic Arts hace lo propio con la saga FIFA o Nintendo venía haciéndolo con New Super Mario Bros, hasta la llegada de Super Mario Maker. Misma fórmula, cuatro novedades, gráficos reciclados y un videojuego hecho con la ley del mínimo esfuerzo dispuesto a arrasar en ventas.
El último caso ha sido el de Call of Duty: Infinite Warfare, juego que vuelve a dejar "ni fu ni fa" a los fans con un estancamiento gráfico y una campaña que, si bien es mejor que la de anteriores entregas, sigue estando muy por debajo de las 10 horas de duración. Con sólo pegarse tiros en el online es suficiente, no se necesita de nada más para que millones de fans de gasten los 60€ que cuesta el juego, y luego se vuelvan a dejar más dinero en mapas y armas que en ocasiones incluso, habían aparecido ya en anteriores entregas. Y todos los años tendremos un Call of Duty así. Todo un chollo.
También es cierto que de poco sirve el récord de negativos en su tráiler de presentación (más de 3 millones) si luego Call of Duty: Infinite Warfare logra vender millonadas, tal y como se espera. ¿Dónde está esa voluntad de los fans para querer cambiar las cosas? ¿De verdad somos tan aburridos como para comprarnos una vez sí y otra vez también el mismo juego con cuatro novedades? ¿Y la variedad? ¿Sólo nos gustan juegos de disparos o de fútbol?
Desde luego esta generación de jugadores sabemos lo que está recibiendo: juegos reciclados, remasterizaciones, remakes y casi ninguna franquicia nueva. Sigamos así, pero antes de nada, dejemos de llamarnos gamers.