Marketing Sensorial
Cuando compramos algo nuevo, por norma general, tendemos a olerlo. Un libro, un coche, un ordenador, un videojuego... Y es que no hay nada que nos guste más que el olor a nuevo. Este olor tan confortable y artificial que tiene un producto que ha salido de la fábrica hace tan solo unas semanas. Pero... ¿cuál es su origine y por qué no podemos evitar olerlo? Aunque creáis que son manías que tienen algunas personas, la verdad es que tiene una explicación científica.
Los humanos somos mamíferos que tenemos una gran dependencia del olfato. De hecho, oler ciertos aromas pueden conectarnos con sucesos del pasado, sucesos traumáticos... De hecho, estos aromas llegan al sistema límbico e hipocampo, en donde se establece la memoria olfativa y los recuerdos agradables y desagradables. Es normal que el olfato, debido a esto, sea una parte fundamental e importante de nuestra vida.
Es aquí donde entra en juego lo que conocemos como Marketing Sensorial, una forma de marketing que mediante los sentidos nos evocarán recuerdos, emociones e imágenes. Y es que según algunos estudios, los aromas son lo que el ser humano más recuerda. Es decir, el ser humano recuerda el 1% de lo que palpa, el 2% de lo que oye, el 5% de lo que ve, el 15% de lo que degusta y el 35% de lo que huele. Esto se debe a que el olfato es el sentido más antiguo del ser humano. La finalidad principal y primordial de dicho marketing es que el cliente recuerde la marca.
En cuanto al Marketing de Aromas, todos hemos sucumbido a él. Y es que aunque no te lo creas, Disney fue pionero en realizar este tipo de marketing, con el aroma típico de palomitas de maíz recién hechas en los parques de atracciones. Y si pensáis que esta técnica solo es utilizada por grandes compañías, se sabe que en Estados Unidos existen cláusulas específicas para que las pequeñas tiendas atenúen sus olores y no afecten a la competencia circundante. Incluso, se ha sabido que algún partido político ha utilizado este sistema para atraer votos.
¿Cómo consiguen los aromos? En algunos casos, los aromas se consiguen en laboratorio, en donde se prepara una sustancia que luego se aplica en un determinado producto. Como podéis imaginar, nunca sabremos si el olor que desprende un videojuego nuevo o una consola es original o, por lo contrario, una máquina ha rociado un perfume tratado para que evoque sentimientos positivos en nuestro cerebro.