ANÁLISIS
Cuando se presentó esta nueva franquicia de Capcom en la pasada Gamescom de Colonia, todo el mundo recibió la noticia con buenas vibraciones. El juego que proponían era interesantísimo: un futuro Neo-París, en el que somos una especie de espía que tiene que infiltrarse en los recuerdos de personas para alterarlos y conseguir acabar así, incluso, con sus propias vidas.
Pasó el tiempo, no demasiado, y el juego salió a la luz. Y las primeras impresiones no fueron demasiado buenas. La gente esperaba algo más, algo más inmersivo, algo más espectacular. Y lo que encontramos fue un juego que fallaba principalmente, en la regla más básica de los videojuegos: enganchar desde el principio.
La aventura empieza con nosotros, en la piel de una desmemoriada Nilin, que va a ser lobotomizada en una especie de centro futurista diseñado para convertir personas en una especie de aberraciones pseudo humanas. Una voz habla dentro de nuestra cabeza, nos organiza la huida. Y tendremos que empezar a correr.
A partir de ese momento, y pese a la potencia de los primeros párrafos de la historia, comienza un poco la desilusión: los gráficos no están a la altura, el control es un poco torpe y, en cuanto tenemos que luchar, nos topamos de bruces con un sistema de combos realmente extraño que, en lugar de mejorar la experiencia (nos permite diseñar nuestros propios combos), lo que hace es ralentizar la acción.
El principal problema de Remember Me es que sale en una época en la que ya no aceptamos los proyectos medianos
Cuando el guión avanza lo suficiente como para que nos introduzcamos en los recuerdos, la cosa tampoco mejora: las posibilidades de alteración de los mismos es bastante limitada, y sólo parece funcionar conceptualmente, y no jugablemente. Con esto nos referimos a que si lo que tienes que hacer es poner un arma al alcance de una persona para que mate a otra en un recuerdo y eso le afecte mucho, no podremos conseguir otras variables interesantes construyendo super recuerdos de nuestra propia cosecha.
El juego, por lo tanto, parece una construcción pobre y bastante poco trabajada de lo que podría haber sido en un principio. Aunque, claro está, insistimos, nos referimos sólo al primer tercio del juego, en el que descubrimos todo lo que puede ofrecernos el juego.
Una vez que pasamos este bache y aceptamos sus múltiples “defectos” el juego puede ser interesante: la historia, coge su propio e inesperado ritmo; las inmersiones en recuerdos hacen que el argumento sea más interesante y, sobre todo y ante todo, la neo-París del año 2084 se convierte en un personaje interesante, genialmente recreada en los siempre efectivos fondos de escenario sobre los que nos movemos.
El principal problema de Remember Me es, por lo tanto, que trabaja en una época en la que ya no aceptamos los proyectos medianos. Parece que sólo hay lugar para un The Last of Us o, en el extremo opuesto, un Limbo. Pero la fauna de la mitad, con ideas de Triple A pero con presupuesto de doble A, es recibida con frialdad. No todo el mundo se puede permitir el nivel gráfico de los juegos de Naughty Dog, es cuestión de números. Ni cada dinámica de juego puede ser rompedora. Por ello, juegos con historias interesantes, pese a que no remuevan los cimientos de la industria podrían ser tratados con un poco más de consideración. Los jugadores, al descubrir sus secretos con la ingenuidad que teníamos en los 80/90, cuando algo podía ser bueno por muchos más motivos que ahora, sin lugar a dudas, lo agradecerán.