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Killer is Dead

Killer is Dead, lo último de Suda51 llega al mercado todos sus ticks y manías a punto de reventar en la cara del autor.

Goichi Suda es llamativo, es excéntrico, está muy loco… Pero, ante todo y sobre todo, es irregular. Te deja siempre una sensación extraña, como si dependiese demasiado la calidad de su producto de quién tenga al lado. En sus mejores juegos, Killer 7 y Shadow of the Damned estuvo Shinji Mikami, el creador de la serie Resident Evil y un hombre que pocas veces a fallado. En el resto, siempre hablando de los juegos que hemos podido ver en Europa, como No More Heroes o Lollipop Chainsaw, estar solo al frente del peligro convierte el juego, en ocasiones, en una experiencia incómoda para muchos jugadores.

A medida que vamos buceando el estilo de Suda51, sus clichés nos golpean en la cara, con sus manías, sus colores y su ultraviolencia exagerada.

Killer is Dead, intentando ser menos naif que Lollipop Chainsaw y más cercano a Killer7, nos devuelve todas sus referencias, sus puntos comunes. Y la experiencia baila entre la más insana locura a la plastez, según quién tenga el mando en la mano.

En el mundo de Killer is Dead, si alguien se arrancase un padrastro del dedo salpicaría por todas las paredes

Para empezar, el juego adolece de una historia que no atrae, con asesinos que trabajan para acabar con monstruos por encargo para el Estado pero por cuenta ajena. Algo confuso que no parece tener claro ni el mismo Suda. Dramas con asesinos del pasado que fueron condenados a muerte por sus propios compañeros con secuencias largas y con gente hablando lento sin un mayor atractivo. Un proceso guiado de aprendizaje que hace que en los 45 primeros minutos apenas juegues 5 realmente. Y todo rematado con un sistema de combos muy básico camuflado con esperpentos en pantalla para hacer que parezca más espectacular.

El juego se suma, como algunos de los productos más reseñables del actor, a la estética cel shanding. Lo cual, una vez más, hace que tengamos una sensación rara, porque en algunos aspectos su acabado es espectacular, y en otros resulta algo demasiadas veces visto.

Una vez más, el autor mezcla dos de sus pasiones favoritas: la sangre en exceso y las mujeres excesivas. En lo primero, hazte a la idea de que en el mundo de Killer is Dead, si alguien se arrancase un padrastro del dedo salpicaría por todas las paredes. En el segundo, un nuevo recopilatorio de clichés machistas, con mujeres que siempre están a la orden sexual del hombre, que visten de calle como una dominatrix o que, como en el caso de nuestra ayudante, son directamente deficientes mentales.

Y pasados los aspectos más puramente estéticos, vamos a lo que es el juego: tercera persona, con un punto hack’n slash y para amantes de los combos. Enemigos parecidos, mucho golpes y alternancia entre disparos con nuestro brazo mecánico con la espada. En ese sentido, y si eres un amantes de los combos, el juego puede dejarte satisfecho. Sin embargo, en el aspecto jugable es muy poco arriesgado, mucho menos que en otros de sus apartados, pese a que recuerde demasiado a otros juegos de su creador.

Killer is Dead demuestra lo que ya todos sabemos: que ya no vale todo. Nos estamos volviendo muy exigentes y si quieres meter lo primero que se te pase por la cabeza, más vale que el resto de elementos igualmente aleatorios encajen de alguna forma. En títulos como Bayonetta, que juegan también a la locura por la locura, el resultado final parece funcionar. Sin embargo, en los últimos dos juegos de Suda51 parece que la fórmula que con No More Heroes dejó satisfecho al público, parece que no ha conseguido convertirse en clave del éxito.

No dudamos que existe público para juegos como Killer is Dead. Peso sólo le pedimos a Suda51 que la próxima vez que innove, innove inventándose personajes, situaciones, estilo visual y  jugabilidad que no haya usado él mismo tantas veces anteriormente. Porque sus productos frescos, comienzan a oler a pasados.

 

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