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Análisis
Rango es el clásico videojuego que parece que da un poco de mal rollo. No mal rollo del malo, del que dan los parias y las personas desgraciadas. Lo que da es más pena, retazos de tristeza. Para entenderlo sólo hay que darse cuenta de cómo está el mercado de los videojuegos. Sin entrar en melodramas, parece que es casi un marrón que te toque hacer un juego basado en una película que una oportunidad de negocio. Todo se lo debemos a la suma explotación de Dreamworks y Pixar, con títulos de variable calidad como los interesantes Kung Fu Panda y Los Increíbles; destestables como El Espantatiburones y Wall-E; o ni chicha, ni limonada, como Cars y Madagascar.
Independientemente de lo poco memorables que están resultando muchas de estas películas (normalmente, todas las que no son de Pixar), la producción de animación está saturando las carteleras. Y parece ser que a nadie se le ha ocurrido pensar que hacer videojuegos de todas y cada una de las películas que se lanzan de animación es una locura. Sobre todo teniendo en cuenta que, ni siquiera soportan el paso por cartelera el tiempo suficiente como para generar una necesidad de compra de un videojuego.
Lejos de intentar contar la historia de la película o acontecimientos colindantes, toma su propio camino.
Esto no lleva de nuevo al principio: Rango da penilla. La película es realmente sorprendente, pese a estar, como todas sus producciones congéneres, basada en uno de los tres tópicos que construyen los cimientos de la animación actual. En este caso, el tópico es el de “héroe falso que convence a una comunidad pero que al final es más héroe de lo que aparentaba” Vamos, el hilo argumental de, entre otras tantas, "Bichos", "Cómo Entrenar a tu Dragón" o "El Espantatiburones". Pero, insistimos, pese a lo flojo de su argumento, la película es artísticamente más que correcta. Lo que, sin duda, asusta al público que pide más pedos y chistes picantones, que se encuentra en la cinta de Verbinsky como hora y media llena de animales feos y que hablan raro.
Entonces, ¿qué aporta un videojuego basado en una película con toques surrealistas, serios y que homenajea al western más crepuscular de Leone, salpicando todo con toques surrealistas y hasta un poco viaje psicotrópico bañado en pellote mejicano?
La verdad es que nada y mucho. El juego hace suya la propuesta de hacer lo mejor que se pueda y el tiempo dirá si le ofrecen al estudio un proyecto con más vías de repercusión. Al igual que Kung Fu Panda o Toy Story 3, muestra un desarrollo de manual, acabado con unos gráficos de bastante calidad y una ideas interesantes. El doblaje está bastante bien realizado y ofrece un aliciente más para el jugador, que se interesa por la última locura que puede decir en cada momento el personaje principal, con el que Johnny Deep se debió sentir más a gusto que en el resto de su carrrera. Y todo, aunque el doblaje se haya realizado paralelamente al de la película, y sin contrastar información, lo que nos da que, pese a estar en castellano, encontremos que en la película el personaje femenino se llame Habas y en el videojuego Beans.
Por otro lado, el juego, dentro de su constante insignificancia, no pretende parecer pequeño. Lejos de intentar contar la historia de la película o acontecimientos colindantes, toma su propio camino. Al igual que Toy Story, que generaba un juego basándose en las historias que se inventaba la nueva dueña de los juguetes, Rango se inventa a si mismo por caminos insospechados. Lo que comienza siendo un videojuego basado en un western con correcaminos como caballos, acaba resultando una auténtica locura con naves espaciales y fragmentos estilo Tron dentro de un videojuego. En este sentido, Rango recuerda a dos auténticos juegos de licencia geniales de EA y que fueron menospreciados, como Los Simpsons y Looney Toones Back In Action, en los que la locura reinaba por todas partes, bien mezcladita con salpiconazos constantes de genialidad.
Como decimos, recomendar Rango, siendo un juego de licencia, es muy arriesgado. Entendemos que para que te guste el juego, tienes que haber pasado por el cine y te tiene que haber gustado la película. Es más, para pagar más de 60 euros por el juego, casi tienes que amarla. Sin embargo, no es una película fácil, ni demasiado infantil, ni trágicamente adulta. El videojuego, también flota entre mundos. Sí, a nosotros nos han encantado la película y nos ha sorprendido gratamente el juego. El resto de los presentes, que sume y reste con sus propios dedos para saber si a ellos les gustaría este juego.