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EN MAJORA’S MASK
The Legend of Zelda: Majora’s Mask es uno de los juegos más atípicos y extraños dentro de la franquicia, pero también uno de los más queridos. Diferente a nivel artístico y con un halo de misterio que envuelve toda la aventura, Majora’s Mask supo cómo ofrecer una propuesta diferente y con personalidad.
Su desarrollo para Nintendo 64 no fue precisamente sencillo. Pensado originalmente como una secuela de Ocarina of Time, los trabajadores inmersos en su creación dedicaron infinidad de horas para terminar la obra. No eran pocos los desarrolladores que llegaban tarde a casa y pasaban poco tiempo con su familia.
Nintendo, consciente del esfuerzo en el proyecto, decidió añadir varios personajes a Majora’s Mask que precisamente reflejaran esas ganas de los desarrolladores por pasar más tiempo con sus esposas. Uno de ellos es un Deku que encontramos en la plaza de la ciudad principal, pero también en otras ubicaciones del mapa. Además de ayudarnos en nuestro viaje, el Deku nos decía lo mucho que echaba de menos a su mujer.
La compañía quiso representar con él los deseos de muchos de los desarrolladores, y cuánto añoraban pasar más tiempo con sus esposas. Un gesto de amor que fue aplaudido entre los trabajadores, pero que también señalaba ya hace más de 20 años los arduos y duros procesos de desarrollo en la creación de videojuegos de los que hoy tanto se habla.