Las consolas retro mini que los jugadores piden a gritos (y que necesitamos en la estantería)
Análisis
Los hitos que ha conseguido el, en principio, pequeño juego llamado Portal son inversamente proporcionales a sus humildes orígenes. En un principio, este título creado desde el motor de Half Life y mostrando una pequeña idea original, estaba destinado a convertirse en un aliciente más, dentro del ya mítico Orange Box, para que los usuarios de PS3 y Xbox 360 comprasen la nueva edición de Half Life, por primera vez para dichas consolas. El resultado fue que, realmente, el título se convirtió en el referente, en lo que el público demandaba al comprar dicho pack. Un juego de culto, que recordaba a los mejores tiempos de los videojuegos, de la ciencia ficción y del cine de género. Todo un hallazgo que, como decimos, saliendo prácticamente de la nada, consiguió superar a sus maestros, haciéndose un hueco dorado en la historia de los videojuegos.
Ahora, con Portal 2, una secuela de la que alardean los usuarios de PS3, y que disfrutan con un nivel gráfico ligeramente inferior los dueños de una Xbox 360 (por primera vez en esta generación, prácticamente), nos encontramos con una secuela que intenta dar una serie de pasos adelante, ofreciendo una experiencia si cabe más enriquecedora que la que nos ofreció su antecesor. ¿Lo conseguirá?
Es interesante ver como un personaje mudo y otro cargado de frases retorcidas y llenas de ironía, pueden llegar a compartir tantas batallas dialécticas
Por un lado, tenemos lo que esperamos. Un juego que nos va a hacer pensar, que nos va a llevar a un ambiente opresivo, con muy pocos personajes, pero perfectamente escritos. Parece mentira, pero con sólo dos personajes con lineas de diálogos importantes (hay un tercer androide, realmente interesante, pero no provisto de inteligencia articial, por lo que no podemos estudiar su psique mucho más), tienes perfectamente claro qué es lo que eres, qué es lo que se espera de ti, qué te ha llevado a esta situación y parte de tu pasado. Entre puya y puya de tu raptora, uno de los personajes más cínicos y detestables de la historia de los videojuegos, pero sin duda, uno de los más divertidos, sabrás que fuíste abandonada, que tuviste una infancia complicada, que vives acomplejada, que has sufrido… Y todo sin hablar, y sin que nadie diga algo directo sobre el tema.
También es interesante ver como un personaje mudo y otro cargado de frases retorcidas y llenas de ironía, pueden llegar a compartir tantas batallas dialécticas. Tu astucia será tu arma, mientras la lengua electrónica de tu carismática Némesis será la suya.
Cada vez que consigues pasar uno de los puzzles que componen la primera mitad del juego, pondrás una sonrisa de autosatisfacción. Seguro que tu velocidad ha molestado a esa perra eléctrónica. A medida que ella te insulte con mayor cinismo, sabrás que sus circuitos están más contrariados por tu constancia en su “juego”.
Por debajo de esa relación entre los tres personajes protagonistas nos encontramos el propio juego en si. Pese a que algún momento roza lo genial, el juego se pierde en rutinas. En algunos momentos, incluso resultará o enojosamente poco claro, o demasiado sencillo de resolver. De hecho, en muchos momentos del juego, ya avanzado, sólo tendremos que abrir puertas en lugares lejanos para ir moviéndonos por mapas inmensos, sin tener que pensar mucho.
Pero, como decimos, todo estará adornado por una atmósfera realmente interesante, que ya intuíamos en la primera entrega y que en esta queda perfectamente a la vista. El universo de Apertura, cercano curiosamente al Rapture de Bioshock, queda mejor dibujado en este capítulo, siempre insinuando, pero dibujando al fin y al cabo.
El juego recuerda a cuando en la literatura, autores como Asimov, Bradbury o Clarke dignificaban la ciencia ficción
Por supuesto, no podíamos dejar de incidir en el impagable modo cooperativo del juego, que eleva la diversión hasta cuotas insospechadas. Esta posibilidad, que deja que combinemos los puzzles para que dos personas colaborando lleguen hasta la puerta de salida nos plantea una larguísima serie de retos en los que podremos observar decenas de fenómenos físicos, esta vez, desde una perspectiva externa. De verdad, probar este juego en modo cooperativo es altamente recomendable, divertido y bastante reconfortante.
Por lo tanto, tenemos un juego divertido, un título que, como su antecesor, sin ser una superproducción, ni un juego apto para todos los públicos, llega a obsesionar y a maravillar, como lo hacías las obras de Asimov, Clarke o Bradbury cuando la ciencia ficción eran noveluchas de marcianitos. Es como cuando Ridley Scott estrenó Blade Runner, cuando todo el mundo pensaba que de la ciencia ficción sólo podían salir sables láser. En definitiva, es un juego hecho para estar despierto, aunque alguna vez, su ritmo inconstante nos cree un poco de sueño.