Los creadores de la saga Hitman y, por supuesto, de la anterior entrega de Kane & Lynch, nos vuelven a dejar pasearnos por el lado malo de la vida. Eso sí, esta vez el viaje lo haremos dentro de la esquizofrénica cabeza de Lynch, en lugar de en la paranoide de Kane. O, lo que es lo mismo, este juego nos dejará dar rienda suelta a la locura y a la violencia. Lo cual, no es decir mucho, vistas las cuotas de balas que gastamos en el capítulo anterior. Esta vez el viaje lo haremos dentro de la esquizofrénica cabeza de Lynch, en lugar de en la paranoide de Kane. La historia del juego nos mete en medio de una pequeña transacción, (como no podía ser de otra forma, ilegal), en Shangai. Dicha misión volverá a reunir a los dos viejos amigos. Lo cual, una vez más, conducirá al desastre. Lo que en principio es un golpe perfectamente orquestado se convierte en una gran batalla campal en las calles de Shangai, que llegará a atraer al mismísimo ejército y que implicará a los más poderosos mafiosos de la ciudad. Mi cámara y yo Visto el planteamiento, igual que el de cualquier otro juego del corte, nos metemos en el verdadero punto fuerte del juego: su realización. Para K&L2 se ha buscado un punto de vista diferente al de cualquier otro juego de su género. En lugar de buscar una imagen limpia, en la que se definan correctamente los gráficos, en el que veamos todo el potencial de la consola y de los programadores, se ha conseguido dar más realismo tirando al traste cualquier despligue técnico. Para que nos hagamos a una idea, K&L2 es algo más parecido a ver REC que una superproducción de Hollywood. En todo momento parece como si nos siguiese un cámara que graba todas nuestras tropelías con una handycam en mal estado. La imagen está sucia, se rompe cuando no hay luz, la cinta hace drops. Y, lo que es mejor, no cuenta con ningún estabilizador. Si, el resultado puede marear, pero no deja a nadie indiferente. Solos contra el mundo Por otro lado, todo este realismo se va al traste cuando nos ponemos a valorar el juego en si mismo. Todo está bien diseñado, los personajes son interesantes… Pero desde que empiezas hasta que acabas, has acabado con la vida del 90% de la población de Shangai. Las balas vuelan por los aires, cuando no los misiles. Los dos ladrones de bancos acaban con helicópteros, con ejércitos, con generaciones enteras de chinos desesperanzados… Sí, el juego parece realista. Que pena que la trama no acompañe. Su campaña, de apenas 6 horas se convierte en un constante agacharse y disparar, agacharse y disparar. Las secuencias alocadas se suceden. Y nada es lo suficientemente coherente como para que el sabor de boca de su diseño acompañe al toque amargo de su propia inconsistencia. [[RELATED Página web oficial del juego. Wikipedia de la primera entrega. Wikipedia de Michael Mann [[/RELATED Por suerte, el juego cuenta con un apartado multijugador realmente interesante. Por un lado, tenemos un cooperativo realmente divertido. Y es que, lo que no consigue enganchar a una sola persona, acaba por ser divertidísimo para dos. Además del modo campaña cooperativo, encontramos modos de juego rápido online realmente descacharrante. De entre todos, el más destacable es Poli Infiltrado. Como indica el nombre, de entre todos los jugadores a uno le toca ser poli aleatoriamente. La misión de la banda es hacerse con el botín y huir. La del poli es acabar con todos antes de que lo hagan. La tensión y la velocidad de estas partidas hacen que merezca la pena jugar una partidita. En definitiva, si esperar la obra cumbre del realismo videojueguil, el ruído de helicópteros, ejércitos y misiles intentando acabar con estos dos personajillos te impedirán encontrarlo. Pero si buscas tiros y un ambiente poco salubre, puede que te deje satisfecho. Sobre todo si buscas cosas originales que hacer en modo online.