Muchas cosas han cambiado en el reino de Albión. Para empezar, la era industrial está comenzando a dar sus primeros coletazos. Los éjercitos tienen un aspecto más colonialista y, entre otras tantas insignificancias, los niños trabajan día y noche en las fábricas mientras sus padres son fusilados al alba por intentar defender sus derechos. Todo es culpa del Rey, tu hermano, que ha decidido defender su reino desde dentro. Acabando de una forma drástica y cruel con cualquier mínimo atisbo de rebelión. En todo el juego tendremos que tomar decisiones realmente complicadas. Al otro lado, tú, su hermano pequeño, hijo del antiguo héroe de Albión, que salió de las mismas calles en Fable II y que se convirtió en leyenda. Heredero de su grandeza, que no de su trono. Y dueño del destino que le depara a Albión. Nuestro deber es, ante todo, descubrir nuestro camino hacia la heroicidad. Debemos encontrar nuestra fuerza interior, nuestros poderes ocultos. Y una vez estos eclosionen, reunir las suficientes fuerzas como para monta la primera revolución social en el reino. ¡Que rueden las cabezas de los nobles! ¡Todo para el pueblo! Una vez que lleguemos arriba, tendremos que ser reyes. Decidiremos cómo debe progresar el país, cómo deben hacerse las cosas para que haya más felicidad. O nos importará todo un pimiento y nos dedicaremos a lucrarnos, ser más felices a costa de los sudbitos, y todas esas cosas tan divertidas que hacen los regentes absolutistas. Como siempre, durante toda la partida, nos someterán a grandes decisiones, de las que se desprenderá si realmente somos buenas personas o, si en cambio, somos lo peor con lo que se ha enfrentado Albión. Dichas decisiones, en muchos momentos, serán francamente complicadas. Algunas, incluso, rozarán los ambiguo, para que dudemos de cuál es la respuesta correcta. Dependiendo del cariz de nuestras decisiones, nuestro aspecto cambiará irremediablemente y nos convertirá en casi montruos o personajes bellos. Aún así, no todo será tan fácil como optar por la mejor de las respuestas. En muchas ocasiones, si somos demasiado buenos, las cosas no funcionarán bien y no podremos progresar adecuadamente. E, incluso, si nos pasamos de angelicales, crearemos desconfianza en nuestro reinado y seremos la mofa del continente. A grandes rasgos, este es el esqueleto de Fable III, el mejor título de una saga que siempre ha llamado mucho la atención. Un juego que coge un poco de cada género, un poco de rol, un poco de acción, un poco de simulador social y que, ahora, toma un poco de God Game. Género al que su creador, Peter Moulyneux, le debe un tanto importante de su fama, sobre todo gracias a títulos como Popoulus. El juego, pese a sus muchos defectos, la mayor parte de ellos relacionados con sus gráficos (magnífico diseño, pero pobre acabado), nos convence con grandes ideas y momentos impagables. [[RELATED Wikipedia de Peter Moulyneux. Página web oficial de Fable III. [[/RELATED El desarrollo de la historia viene arropado por un mundo vivo y que, esta vez, es menos exagerado que en sus antecesores (los romances están algo controlados para que todo el mundo no se muera de amor al vernos). Sí, todavía tiene ese toque Sim que a muchos jugadores les desagarra las entrañas. Pero, sinceramente, nada tiene de malo poder andar por el mundo procreando, relacionándote, manteniendo relaciones sexuales e, incluso, extramaritales, siempre y cuando sea en un videojuego y, sobre todo, si es de una forma tan ingenua y divertida como se ve en Fable III. Por otro lado, el sentido del humor típico de los juegos de Moulyneux, sigue vigente .A una nueva muestra del odio irracional que siente el creador hacia los pollos, se unen ahora su afición a la historia de la humanidad. Como muestra de ello, entre los muchos logros que puedes conseguir en el juego, destaca el que nos permitirá convertirnos en Eduardo VIII, si al ser Rey, nos casamos 5 veces y matamos a tres de ellas. Como decimos, nos es el mejor juego de rol del mundo. Antes que él, siempre preferiremos Fallout New Vegas. Tampoco es el mejor juego de acción. En ese aspecto God of War o Star Wars: el poder de la Fuerza II le aventajan. Tampoco es el juego más imprescindible de Xbox 360, porque tenemos ahí a Halo Reach dándolo todo. Pero, sin todas esas premisas, es un juego grande. Por imaginativo, por bonito (no bien acabado, pero sí bonito), por divertido, por gracioso y por, en muchos momentos, argumentalmente espectacular. El que se lo quiera perder, que lo haga. El resto, a disfrutar.