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Análisis
En su momento, hace más de cinco años, cuando salió F.E.A.R consiguió que muchos nos fijásemos en él. Por supuesto, nos referimos a la versión PC, la única que conseguía reflejar con toda su intensidad esta mezcla de historia de terror con acción desenfrenada y un salpicado de fenómenos paranormales. Aquel juego, magnífico que lleno de giros inesperados, que se salía de lo común y que llegaba a incomodarnos, se pasó a las consolas. Y, entonces, es cuando más nos incomodó. Lo que en un compatible era maravilloso, efectivo y realmente espeluznante, lucía a cartón piedra y parque temático de tercera en Playstation 3 y Xbox 360. Vale, sería culpa de una mala conversión, de un mal día de sus programadores, provocado por todos aquellos líos que surgían por todos los lados, cuando Monolith y la todavía no desaparecida Vivendi en la fusión Activision/ Blizzard se disputaban un posible F.E.A.R 2. El caso es que el proyecto al final cayó en manos de Warner Interactive. Y, finalmente, Alma, Point Man y su hermano, Paxton Fettel consiguieron volver a nuestras vidas. Porque, admitámoslo, necesitábamos un poco más de incomodidad en nuestras noches en vela, mando en mano y consola amortiguando el pesado silencio de nuestro vecindario.
Y, sí, de nuevo la experiencia fue incómoda. F.E.A.R 2, admitámoslo, quedó un poco por debajo de las expectativas generadas por su antecesor. El nuevo juego no estaba al nivel gráfico, la historia se perdía, no conseguíamos recuperar el viejo sabor de boca a sangre y óxido en PC.
John Carpenter se apunta a los videojuegos con F.3.A.R.
Para que luego digan que no damos oportunidades, después del 2 vino el 3. Y nuestra obligación es la de mostrar el debido respeto a Alma, madre de los dos inquietantes protagonistas de esta saga. Sobre todo, ahora que está embarazada… Una vez más, interpretaremos a Point Man, el “hermano bueno”. Lo que pasa es que todos los acontecimientos de las entregas anteriores han conseguido que no despertemos demasiada confianza. Nuestro hermano y sus malas artes, mezcladas con su maquiavélicas artes fantasmales conseguirán liberarnos de nuestra prisión. Y allí empieza esta nueva pesadilla.
Vamos a centrarnos, F.3.A.R no es lo mismo, no es lo que nos hemos encontrado en otras ocasiones. Para empezar, el hecho de que se haya contado con el cineasta John Carpenter y el guionista de comics Steve Niles hacen que el producto ofrezca un poco más de confianza. Por otro lado, el juego muestra un acabado gráfico que, vaya, deja como en ridículo a sus dos antecesores. También podemos hablar de las impagables nuevas opciones multijugador, del modo cooperativo que nos permite convertirnos en Paxton, para hacer auténticas barbaridades al más puro estilo fantasma psicópata. Podíamos seguir hablando de las opciones argumentales, de los giros que ofrece el argumento, del modo online en que tenemos que huir de una especie de masa negra de nada que va detrás de nosotros bien pegado con ganas de comernos vivos. Podíamos hablar de muchas cosas, pero nos vamos a quedar con que el juego vuelve a dar grima. Es imaginativo, da miedo, es interesante, y demuestra un mayor interés por conseguir que quedemos satisfechos que la simple imagen de sobreexplotación de una fórmula que funcionó en algún momento del pasado que, habitualmente, nos encontramos en las terceras partes. Por supuesto, hemos perdido la sorpresa que teníamos en el primer F.E.A.R, pero hemos ganado unos tantos en sofisticación. El juego que hoy está mejor acabado. Es lo que tenía que haber sido la segunda entrega. Y, por supuesto, el hecho de que esté escrito por Niles y, sobre todo, por Carpenter, claro está, estimula nuestro friki interno. Y eso son palabras mayores.