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Análisis

Le damos una vuelta a Mario Kart 8

Te contamos lo que nos ha parecido la nueva entrega de Mario Kart. Una nueva entrega de una serie que ha conseguido enganchar a jugones de todo tipo durante varias generaciones.

Hay una esperanza para Wii U, y es una que tiene muchos argumentos, un currículo impecable y unas referencias que lo flipas. Nos referimos a Mario Kart 8, un juego que, pese a lo que les pueda parecer a todos aquellos que no se han acercado a una consola de Nintendo en su vida, resume todo lo que tiene que tener y lo que debe ser un videojuego. Y todo escrito con mayúsculas y cubierto con un resplandeciente brillo dorado.

Mario Kart, como serie, ha sabido siempre estar muy por encima que el resto de videojuegos. Es extrañamente adictivo, es tremendamente divertido, hace que el tiempo se doble, que desaparezca el tedio y que los problemas nos digan adiós con su manita. Así de contundente es él.

Claro está que 8 entregas de un juego que consiste en ganar carreras de karts, mientras nos tiramos conchas de colores y plátanos, puede parecer demasiado. Puede resultar repetitivo, infantil, o lo que quieras. Pero demostrado está que cuando los chicos de Bizarre intentaron hacer lo mismo, carreras con ítems, con coches realistas y gráficos pistonudos, acabaron cerrando el estudio. Y Mario Kart, sin embargo, hace que se vendan consolas.

¿Cuál es su secreto? Es sencillo, y es complicadísimo. Por ejemplo, la jugabilidad está perfectamente medida, equilibrada con precisión de relojero. En todo momento encontramos que esto es sencillo, que esto tú puedes hacerlo. Pero ganar cada carrera es un reto, algo que en los niveles de 150 cc no todo el mundo podrá conseguir. También es un producto naif, agradable y colorido, pero a su vez es un espectáculo visual. Vamos, que sale Mario y eso, pese a que haya gente a los que le escueza, es garantía de éxito.

Mario Kart no tiene defectos, porque es prácticamente transparente: es lo que es, y no engaña a nadie.

En algunos aspectos, concretamente en está versión, han conseguido pulir lo que parecía impulible. Es cierto que las versiones de DS y 3DS eran molonas. Pero, debido a las limitaciones de control, podían parecer un poco más simples de manejo y, por lo tanto, nos ofrecían un reto menor. Por otro lado, la versión de Wii y, sobre todo, si uno se empeñaba en controlarla con movimiento, tenía sus propios hándicaps. Aquí la conducción y el control se ha equilibrado de una forma brutal. La elección de vehículos y pilotos marcará radicalmente lo que vamos a sentir al volante de los mismos. En ese sentido, y entiéndanse claramente las distancias, nos encontramos con el simulador más realista… dentro de los juegos de conducción en los que uno usa setas como turbo, claro está.

Por otro lado, para dar el toque de espectáculo que pasa por nuestros ojos, también es el juego de la serie que nos ofrece mejores gráficos, hasta 720p y con una tasa de 60 fps. La diferencia en pantalla entre esta edición y la de Wii es absolutamente brutal, espectacular. Algo que se nota mucho más cuando estamos en uno de los circuitos que permiten cambios gravitacionales. En esos momentos, sobre todo en los que se mezclan la subgravedad con los circuitos sumergidos, la sensación de espectáculo es absolutamente alucinante. Lo mejor que se ha hecho hasta la fecha en el género.

Además de la citada gravedad, de nuevos circuitos o de personajes que no habían participado en estas carreras (los bebés son totales a la par que anacrónicos) no se puede decir que haya demasiadas nuevas ideas en el juego. ¿Y qué? ¿Acaso no es lo más divertido del momento? Pues eso.

Por supuesto, al juego le acompaña un gran apartado online y social. Por un lado, podremos competir con personas de cualquier parte del mundo, tanto amigos como desconocidos. Pero también podremos ver y compartir partidas a través del sistema Mario Kart TV, que nos permitirá editar y colgar las mejores repeticiones de nuestras carreras. El grado de diversión de esta posibilidad es como elevado al cubo, o más.

Nos gustaría poder ponerle algún fallo al juego. Poder acusarle de continuista, de simple, de lo que sea. Pero la diversión con la que nos empapa este juego hace que sea imposible. No tiene defectos, porque es prácticamente transparente: es lo que es, y no engaña a nadie. Pero, además, de lo que es, es el mejor.

Parece mentira pero, una vez más, se ha conseguido demostrar que hay ocasiones en las que una buena idea se puede perfeccionar más y más y más con cada nueva reencarnación. Después de todo, si FIFA lo hace cada año, ¿por qué no lo va a hacer, y mucho más, Mario Kart cuando

 

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