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DINERO MALGASTADO
Las ediciones coleccionista han pasado de ser un recurso de las compañías para fomentarla venta en ciertos juegos, a convertirse en lo más habitual del mundo. Raro es el juego que no cuenta ya con una edición mucho más cara y exclusiva, agregando suculentos extras en forma de figuras o libros de arte. Mientras que algunas editoras han sabido dar en el clavo con las ediciones coleccionista, otras han transformado estas versiones en algo que nada a medio camino entre lo desagradable y el despilfarro.
Para celebrar el lanzamiento de Resident Evil 4 en PlayStation 2, Capcom tuvo la gran idea de incluir un mando para la edición coleccionista del videojuego. Hasta aquí nada fuera de lo común, hasta que prestamos atención al propio periférico. Imitando el diseño de una motosierra, la herramienta incluía como buenamente podía todos y cada uno de los botones del DualShock. Un gamepad que entra directo al podio de mandos más incómodos de la historia.
Un puzzle, una baraja de cartas, un pañuelo, un mapa del tesoro, varios pines… la edición coleccionista de Red Dead Redemption 2 es a priori una de las más completas y variadas que hemos visto en los últimos años. Todo el contenido, además, guardado en una preciosa caja de metal. La sensación de abrir el cofre y comenzar a sacar el contenido es impagable, hasta que te haces la pregunta: ¿dónde está el juego? Rockstar decidió no incluirlo.
Las figuras son uno de los elementos más recurrentes en las ediciones coleccionista y reboot de Alone in the Dark en 2008 no iba a ser menos. El juego de Atari no sólo se convirtió en el peor de la franquicia, y en general de los más sonrojantes de su época, sino que también contó con una edición limitada de auténtica vergüenza. Destacar especialmente aquella figura del protagonista, cuya calidad final dejaba mucho que desear.
Tony Hawk’s Ride es un juego cuya única versión puede ser catalogada como coleccionista. La premisa es interesante, aunque una vez llevada a la práctica dista mucho de ser funcional. Se incluía un skate a tamaño real en el que nos subíamos para movernos por los menús y por supuesto hacer todo tipo de trucos con el personaje. El resultado era un juego mediocre, empañado por un mal control y un ‘juguete’ que pasó a ocupar los armarios de los jugadores en cuestión de semanas.