MEDIDA A LA JAPONESA
Se estima que un 65% de la población convive con al menos una mascota en el hogar. Ya sea un pez, un gato o un perro, tener una mascota aporta muchos beneficios a nuestra salud. No solo la sensación de estar acompañado, ya que según muchos estudios, tener un mascota reduce el estrés, la ansiedad o la depresión. Esto se debe a que al acariciarlos liberamos una hormona llamada oxitocina, la cual se relaciona con la vinculación emocional.
Pero tener una mascota, sobre todo un perro, requiere dedicación y obligaciones. Además de alimentarlo o mantenerlos en condiciones saludables, es importante sacarlo a pasear de dos a tres veces al día. Pero estas obligaciones no solo se enfocan tan solo al animal, sino con el resto de vecinos. Recoger las defecaciones que nuestra mascota realiza en la calle es algo que todo el mundo debería hacer. Sin embargo, ¿cuánta veces hemos pisado una que estaba en medio de la acera?
No todo el mundo con una mascota recoge los excrementos de esta, faltando así al respeto de sus conciudadanos. En la sociedad japonesa, aunque es una cultura que se centra en el respeto por los demás, muchas personas tampoco recogen los excrementos de sus animales de compañía. Para intentar solventar este problema las ciudades japonesas han comenzado a realizar un sencillo y peculiar método para lograr que sus vecinos recojan los excrementos.
El gobierno del municipio japones, para hacer frente a los dueños de perros poco respetuosos, ha promovido un método que se basa en dibujar un círculo alrededor del excremento con una tiza amarilla. Por extraño que parezca, esta “táctica” ha demostrado ser efectiva. Esta medida ha sido llamada “operación tiza amarilla” y, si un transeúnte se encuentra con heces de perro en plena calle, este debe dibujar un círculo con una tiza amarilla alrededor de ella y escribir la fecha y hora a la que fue vista justo a su lado. El objetivo es dejar una señal llamativa para hacer que la caca destaque, con la esperanza de avergonzar al propietario y que este recoja la defecación. Si las heces continúan ahí al día siguiente, a esta se lo pone una nueva fecha y hora.
La medida está inspirada en el castigo recibido por un estacionamiento inadecuado, en el que con una tiza se anota fecha y hora de la falta. Esta adaptación para luchar contra las heces fue utilizada por primera vez en la localidad de Uji, perteneciente a la prefectura de Kyoto. En esta ciudad había un gran problema de deposiciones sin recoger a lo largo de las rutas escolares. El número de incidentes de caca no recogida se redujo drásticamente.
Según la división de planificación ambiental del gobierno municipal de Uji, hasta 40 distritos emprendieron la batalla contra los excrementos, reduciendo la cantidad que queda en las calles en un 95%. Según el gobierno de la ciudad, la clave del proyecto no es asignar a una determinada persona que vigile la calle, sino la amplia participación de los ciudadanos.