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LEYENDA URBANA
Una vez más tocamos el tema del terror japonés para hablar de una de las muchas historias o leyendas urbanas populares en las redes sociales y entre la juventud del país. En el pasado ya hemos conocido historias como el "Aka manto", de los baños nipones, o "Hachishakusama", el Slender Man japonés. En muchas ocasiones estas leyendas parten de hechos reales, pero estos son exagerados o adornados con elementos que seguramente nunca hayan sucedido. Hoy vamos a contaros la leyenda de Kasagamisama, conocida como la mujer del paraguas, que seguramente ha causado mucha preocupación y miedo entre los niños del país del sol naciente.
Dice la leyenda que la historia original de Kasagamisama comienza con una mudanza al campo. La mudanza de un joven y su familia a una casa en un entorno rural. Aprovechando las vacaciones de verano, Kenji decide ir a visitar a su mejor amigo en su nueva residencia. Los dos jóvenes meriendan sentados en el exterior de la casa mientras charlan sobre sus nuevos y antiguos compañeros. La madre del joven le pide ayuda a este para cargar sandías, por lo que Kenji sigue tomándose la merienda solo.
El pequeño visitante se fija en la rudimentaria parada de autobús que se sitúa justo delante de la casa. En ella, observa a una mujer debajo de un paraguas. Al joven le resulta tremendamente raro, ya que están en pleno verano y hace un día estupendo. De pronto comienza escucharse un ruido un tanto extraño: ¡kushiiiiii!, ¡kushiiiiii! El muchacho clavó la mirada en la mujer, y de pronto su amigo lo interrumpe con un trozo de rica sandía. Cuando el joven Kenji vuelve a fijar la mirada en la parada del autobús, ya no hay nadie.
El joven cuenta a su amigo lo que ha visto mientras detrás de ellos el padre de este, que les llevaba más sandía, escucha atemorizado la historia. De pronto, el plato con la fruta cae y el padre susurra con voz quebradiza: era kasagamisama, era kasagamisama… El padre del muchacho corre al teléfono mientras la esposa se asegura que su hijo no a visto nada. Los padres deciden dejar a Kenji aislado en el almacén de la casa, que se encuentra en el exterior. El padre de su amigo dice al joven: "Pase lo que pase, escuches lo que escuches, no abras la puerta y mantén la llave echada hasta el amanecer".
En plena noche, escucha cómo su amigo lo llama desde el otro lado de la puerta. Este le dice que le ha traído unos bocadillos a escondidas, ya que su padre es un exagerado. El muchacho, hambriento, abre la puerta y coge los bocadillos que su amigo le ha dado. Cuando va a cerrar con llave nuevamente, esta se cae al suelo justo al lado de donde el padre de su amigo ha depositado una taza de sal. Al enderezarse, el joven siente nuevamente a su amigo delante de la puerta. Este, con una voz quebradiza, le pide que abra la puerta.
Cuando su mano descansa sobre el pomo, contempla como la taza de sal comienza a arder. Su amigo sigue insistiendo, pidiendo que le deje entrar. Kenji, sin embargo, mete la llave en el cerrojo y cierra. De pronto, las luces se apagan y el almacén comienza a temblar. La voz de su amigo se intensifica y tan solo dice: ábreme, ábreme, ábreme… La voz de su amigo se apaga mientras escucha nuevamente un extraño chillido: ¡kushiiiiii!, ¡kushiiiiii!...
Las horas transcurren y comienzan a oírse el canto de los pájaros mientras el primer rayo de sol entra por la ventana del almacén. El joven abre la puerta y camina hacia la casa de su amigo. De pronto escucha un chillido detrás de él y, al girarse, contempla la cara de una mujer fantasmal debajo de un paraguas. Las palabras del padre de su amigo suenan en su cabeza: "Pase lo que pase, escuches lo que escuches, no abras la puerta y mantén la llave echada hasta el amanecer".
La historia fue tratada en el anime de terror Yamishibai, que recopila mitos y leyendas populares japonesas animandolas con estilo kamishibai.