DULCE VENGANZA
Aunque parezca mentira, una de las cafeterías más prestigiosas no lo sería hoy en día si no fuera por un asesinato.
Cerca del Santuario Kanda de Tokio hay una calle muy popular. Cuenta con todo tipo de tiendas, pero especialmente son las cafeterías y restaurantes los centros más transitados por los visitantes del lugar. No es para menos teniendo en cuenta la posición estratégica del lugar. Amanoya es, por motivos propios, una de las cafeterías más famosas de la zona.
Se encuentra situada justo al lado de una puerta torii, previa a la llegada del santuario. Una de las características de la cafetería es su bebida, llamada amazanake; una versión dulce y sin alcohol del sake. Con más de 175 años a sus espaldas, pocos conocen la historia que esconde la cafetería, un nacimiento marcado por la venganza y que por supuesto os vamos a contar.
Amanoya significa ‘la tienda de Amano’. Su dueño, Shinsuke Amano, fue un samurái perteneciente a la época del periodo Edo, alrededor de 1800. Durante gran parte de su vida vivió en la provincia de Miyazu, actual prefactura de Kioto. Shinsuke tenía un hermano pequeño, que con el fin de mejorar sus habilidades con la espada decidió mudarse a Edo (nombre con el que comúnmente se conocía a Tokio en la época).
Por desgracia, el hermano de Shinsuke fue asesinado mientras estaba en la ciudad. Cuando la noticia llegó a oídos de Shinsuke, clamó venganza por la muerte de su hermano. Nuestro protagonista viajó hasta Edo con el fin de encontrar al asesino de su hermano pequeño. Shinsuke no tenía ninguna pista sólida sobre la identidad del asesino, aunque sí que el santuario Kanda era el más importante del lugar.
Shinsuke decidió esperar y pasar el tiempo que hiciera falta. Tarde o temprano, pensó, el asesino aparecería. Para cubrir sus necesidades económicas, Shinsuke decidió abrir una tienda. El lugar escogido, como ya estaréis imaginando, es la calle que conduce al Santuario Kanda.
En poco tiempo le sorprendió la cantidad de viajeros y clientes que pasaban por su tienda. Era todo un éxito. A pesar de que su llegada a Edo estaba protagonizada por la venganza, y pasó un largo tiempo ‘escaneando’ a cada uno de los clientes, pronto los días se transformaron en semanas, las semanas en meses y los meses en años. La cafetería gozaba de una popularidad considerable en Edo.
Con el paso de los años, Shinsuke apaciguo su sed de venganza. Se enamoró de una mujer y decidió formar una familia. A día de hoy, la cafetería continúa llamándose tal y como Shinsuke la bautizó. Y no sólo eso, los descendientes del samurái son sus actuales propietarios. Aunque nuestro protagonista no logró encontrar al asesino y saciar su sed de venganza, los hechos le llevaron a crear una de las cafeterías más emblemáticas de Tokio.