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ANTIGUAS LEYENDAS

¿Existen los dragones? Este estanque es la guarida de uno, según una leyenda

Si alguna vez te has preguntado en qué lugar se pueden ocultar los dragones, esta increíble leyenda da respuesta a muchas de las cuestiones relacionadas con estas criaturas.

Wikicommons Estanque de Yashaga - Wikicommons

Estamos más que acostumbrados a los dragones y a entender su trasfondo mitológico gracias a diversas culturas del mundo. Generalmente conocemos a esta criatura en dos tradiciones diferentes: la europea y la oriental. No obstante, uno de los aspectos que más distan entre las culturas es la imagen del dragón. Mientras que en la occidental estos seres son reptiles gigantes inspirados en cocodrilos, los orientales tienen una apariencia más serpentina, con pequeñas patas y sin alas.

La pregunta que nos hemos hecho todos alguna vez es: ¿existieron realmente los dragones? Y si la respuesta es afirmativa, ¿en qué lugar se ocultaban? De acuerdo a las distintas leyendas procedentes del país del sol naciente, uno de los hogares de los dragones es el estanque de Yashaga, un lugar que ha cobrado popularidad con el paso de los años además de por sus historias mitológicas, por los sacrificios y el aislamiento.

Ubicado a más de mil metros sobre el nivel del mar, este gran agujero lleno de agua está rodeado por antiguos y frondosos bosques. Debido a lo paradisíaco del lugar y sobre todo por la abundancia de agua dentro del estanque, popularmente se cree que el espíritu protector de un gran dragón aguarda debajo de la superficie.

Con el objetivo de honrar la presencia de este hipotético dragón, los aldeanos que viven cerca de la zona han trabajado para construir pequeños santuarios alrededor de todo el perímetro. Se dice que uno de estos santuarios es el origen de la leyenda del dragón.

Según cuenta esta leyenda, en el año 817 la zona sufrió una devastadora sequía que estuvo a punto de destruir los cultivos. Esto suponía una pérdida irremplazable, además de hacer peligrar las vidas de todos los locales. Un día, un aldeano que se encontraba de caza siguiendo un rastro, descubrió una pequeña serpiente entre la hierba. El hombre le prometió a esta serpiente: “si haces que llueva, te ofreceré a mi preciosa hija”.

Esa misma noche la serpiente apareció en sus sueños, diciéndole “he informado al dragón de su promesa, sea fiel a su trato”. Unos pocos segundos después, el cielo se nubló y la lluvia empezó a caer sobre el pueblo. Con este fenómeno meteorológico los cultivos se salvaron y los aldeanos podrían sobrevivir al menos un año más. No obstante, la promesa tenía que cumplirse.

Al día siguiente, la serpiente se acercó a la casa del aldeano en forma de un joven para recoger a su hija. El aldeano, que tenía tres hijas, les explicó el motivo de la presencia del joven. La segunda hija, conocida por su bondad y su mente abierta, accedió a ir con el visitante. “Estoy agradecido de que la aldea se haya salvado, así que iré con usted”.

La serpiente, sorprendida por su fuerte voluntad, preguntó: ¿hay algo que quieras llevar contigo? Después de pensar con detenimiento, la hija dijo: “estaba tejiendo tela cuando llegaste, me gustaría llevarla como mi vestido de novia”. Vestida con un simple trapo, la hija del hombre se dirigió al estanque del norte junto a la serpiente disfrazada de joven. Pocos días después, el aldeano se inquietó por la ausencia de su hija y decidió hacerle una visita. Una vez que llegó al estanque, gritó: “querida hija, muéstrate a tu padre una vez más.” La superficie del agua se estremeció y un enorme dragón apareció desde las profundidades del estanque.

“Padre, soy tu hija, pero ya no puedo aparecer en forma humana”, admitió el dragón antes de desaparecer abruptamente bajo la superficie. Poco después, el aldeano construyó un santuario junto al estanque para honrar a su hija. Se dice que tanto los descendientes de esta familia como el hogar familiar permanecen cerca del lago.

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