REFERENCIAS ÚNICAS
Se trata de una leyenda que no solo habla de la bondad, sino que se presenta como una de las más antiguas referencias a los viajes en el tiempo.
Japón es único por muchos aspectos. La forma en la que viven el arte, en la que cuidan de su cultura o, incluso, sus leyendas. Si bien hay leyendas que inquietan hasta a las almas más valientes, otras tantas buscan dar visibilidad a la virtud y la bondad. En algunos casos incluso yendo un paso más allá al hacer referencia a una de las más antiguas referencias a los viajes en el tiempo. Esta es, precisamente, la leyenda del pescador y la tortuga.
La leyenda comienza con Urashima, un pescador que, un día, observó cómo en la playa unos niños estaban torturando a una tortuga gigante. Ese acto le llevó a encararse con estos y, para persuadirlos y que estos dejasen de dañar al animal, les pagó unas monedas. De este modo la tortuga, con gran esfuerzo, pudo volver al mar. Un acto que el pescador agradeció y observó con fascinación.
Un amable pescador cuya ayuda salvó a la tortuga
Al día siguiente, cuando se encontraba pescando en el mar, el pescador escuchó a alguien llamarle. Al volverse comprobó que la tortuga estaba allí y, con voz suave, le explicó que se trataba de una servidora de la reina de los mares y que esta, debido a la ayuda y protección que le había garantizado a la tortuga, deseaba conocerla. Por ello, aunque sorprendido, el pescador decidió acudir al encuentro.
La criatura lo guió hacia el Palacio del Dragón, donde el pescador no solo fue recibido, sino agasajado. Se quedó allí durante tres días y, a pesar de las atenciones, este solicitó regresar a casa, afirmando que sus padres tenían una edad avanzada y quería visitarlos. Antes de partir, la reina de los mares le otorgó una caja, la cual le advirtió que jamás debía abrir.
Una gran realidad oculta en la caja
Al regresar a la superficie, el joven comprobó que todo había cambiado. El lugar era diferente, la gente le resultaba extraña y, aquella que era su casa, estaba completamente abandonada. Asustado, preguntó a la gente por los ancianos que allí vivían, sorprendiéndose al escuchar que allí únicamente vivían unos ancianos con su hijo, el cual se había ahogado y que, más tarde, aquellos ancianos habían muerto, afirmando que eran actos que habían sucedido mucho antes de que él naciese debido a su apariencia.
Fue ahí cuando comprendió que, lo que para él habían sido unos días, en el mundo real habían sido años. Desde entonces, trató de vivir en su hogar, añorando los días que había pasado en el Palacio del Dragón. Fue entonces cuando observó la caja que la reina de los mares le había entregado, creyendo que esta podría guiarle hacia el Palacio. Sin embargo, al abrir esta, se encontró con una nube que empezó a partir hacia el horizonte. A medida que seguía a esta hacia la playa, comprobó que el camino le resultaba cada vez más complejo y que incluso su piel se cuarteaba. Fue ahí cuando comprendió que esa caja guardaba los años que no habían pasado por él y que, tras abrirla, volvieron a su cuerpo. Lamentablemente, una idea que acudió a su mente previamente antes de morir.